martes, 27 de noviembre de 2007

Días de Santiago: la tragedia en cualquier instante


El director y guionista Josué Méndez trata de reflejar los problemas de adaptación de un ex combatiente peruano a su regreso a Lima en su primera película 'Días de Santiago', basada en la historia real de uno de estos soldados.

Méndez explicó que la película nació a raíz de reportajes que se ofrecieron en televisión sobre ex combatientes cuando se firmó la paz con Ecuador en 1998 y la dificultad de jóvenes que fueron preparados para "ser lo máximo" y luego cayeron en un sistema "que no les dio nada".

Méndez relata aquí, con descarnada claridad y realismo, la reinserción de un joven ex combatiente. Tres años ha pasado Santiago sirviendo en la Marina, luchando en la selva contra narcotraficantes, guerrilleros y ecuatorianos. Juntos con otros en igual condición pide la baja, abrumada la conciencia y decidido a cambiar su vida. Pero el escenario será difícil: estado y sociedad no tendrán demasiado en cuenta su experiencia. En Lima, solo, no tiene recursos para estudiar. Tampoco encuentra empleo. La casa paterna, en un humilde barrio, se parece al infierno. La relación con su mujer es tormentosa. Conectarse con otros le resulta imposible. Su personalidad paranoica se incrementa. La tragedia asoma, posible, en cualquier instante.

Santiago vive en constante tensión vigilando todo lo que le rodea, imaginando situaciones violentas; tiene una familia pobre con varias situaciones límite, y problemas económicos. A Santiago le llegan a proponer el robo de un banco como una "misión" más para poder salir del bache.

Para escribir el guión, el director entrevistó a varios ex combatientes y, tras escuchar diferentes historias, se tomó como referencia la de Santiago, un personaje real al que se sumó una situación familiar inventada.

Una de las características de la película es la mezcla entre el color y el blanco y negro, que lo que pretende es dar una sensación de subjetividad, con un primer plano para que el espectador se meta en el personaje y vea que está desencajado. En el lado opuesto se sitúan el mar y el fuego, cuyo color dan tranquilidad a Santiago en medio de las tensiones que sufre en el día a día para lograr controlarse.

El director explicó que le gustaría que su trabajo sirviera para cambiar lo que piensan los líderes políticos, pero cree que una película no puede cambiar la situación. En cualquier caso, Méndez aclaró que la historia no solamente se produce en Perú, sino en muchos lugares del mundo en los que se han vivido conflictos armados.

Por su parte, el actor que encarna a Santiago, Pietro Sibille, tuvo que trabajar muchas horas con la persona de la que tomaron la historia para conocerla y ver cómo pensaba antes y después de la guerra, lo que le sirvió de gran inspiración. "Santiago, si lo ves o lo conoces, no es una persona con rasgos normales", explicó Sibille, quien añadió que aún en la actualidad se nota que tiene traumas y paranoias.

Los actores de la película proceden en su mayor parte del teatro, ya que el director pretendía tener largos ensayos antes de una toma para que esta saliera de una vez, dado que iba a haber pocos días para filmar. Además, en el caso del protagonista, había muchísimo texto, por lo que desde el teatro podría contar con "más técnica y armas".

Sólida e impactante resulta esta ópera prima de Josué Méndez, la misma que llamara la atención y fuera premiada en los recientes festivales de Rotterdam y Friburgo, generando expectativas sobre el cine peruano y latinoamericano en general.

El realizador utiliza un montaje nervioso, cambio de texturas para acentuar la confusión del personaje, planos secuencia con cámara en mano, tomas fijas, diálogos precisos, escenas crudas ­­—algunas pesadillescas— y la voz constante de Santiago que no cesa de pensar, haciendo partícipe a la platea de sus obsesiones. Las actuaciones son notables. Y si no hay fisuras en ningún intérprete (todos profesionales del teatro) menos se encontrarán en el Santiago que vive en Pietro Sibille.

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