martes, 27 de noviembre de 2007

Días de Santiago: nota del director


Por Josué Méndez

“Le llaman salvaje al río que se desborda, pero no al cabrón que lo oprime”

Dos cosas me motivaron a realizar esta película. Una es la cita previa, la cual leí en una pared caminando un día por las calles de Lima. La otra fue la oportunidad de conocer al Santiago de la vida real, un joven ex-soldado peruano. Su generosidad, su simpatía, su humildad, me hicieron tomar conciencia de la terrible indiferencia social y estatal hacia personas que creyeron en su país.

Para mí, Santiago Román, el personaje, representa a una generación engañada que perdió su juventud en el campo de batalla y volvió a la ciudad solamente para luchar una vez más por adaptarse y sobrevivir en una sociedad sin memoria, que ni los reconoce ni los aprecia; una sociedad incapaz de ofrecer un rol digno a aquellos que lo dieron todo por protegerla, y donde todos compartimos la culpa por permitir un sistema que prepara a sus hijos para la guerra solamente para abandonarlos y dejarlos de lado una vez alcanzada la paz.

“Días de Santiago” es una película urbana. Trata de la rudeza de la vida en la urbe, de sus calles, del tráfico, del caos. No tiene, por lo tanto, ningún flashback. Las memorias de la guerra solamente están dentro de la cabeza de Santiago, y lo atormentan. Esto se expresa en la película a través de la voz en off del protagonista. El estilo visual del largometraje es ecléctico, la mitad del tiempo la fotografía es a color, la otra mitad blanco y negro. Después de todo, es la historia de un hombre en búsqueda de orden, balance y armonía en un mundo caótico.

La estructura narrativa del film no es convencional, no sigue estrictamente la estructura en tres actos; es, más bien, una estructura que refleja a su personaje principal. Así como Santiago no encuentra una dirección clara para su vida al comienzo de la historia, la película misma tampoco parece encontrar una dirección, no hay un camino claro, un final certero. Solamente cuando Santiago decide empezar una nueva vida la película logra concentrar suficiente impulso y la historia empieza a fluir con más rapidez. A partir de entonces la estructura sigue al personaje en su búsqueda por pertenecer y salvar gente en la vida civil. La cámara solamente busca acompañarlo, sea fija o en mano, con la intención de lograr atrapar a la audiencia y llevarla lo más próximo posible al estado mental del personaje, a su paranoia, a su inestabilidad, a su fragilidad social.

1 comentario:

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